Filántropo

A pesar del despliegue de maravillas tecnológicas de este siglo —en medicina, transporte, energía nuclear y comunicaciones electrónicas— vivimos en una sociedad llena de problemas. Bajo el triple azote del consumo de drogas, la delincuencia y el declive de los valores morales, gran parte de este mundo se ha convertido verdaderamente en un páramo. Según algunas estimaciones, la marihuana, por ejemplo, es ahora el mayor cultivo industrial de América, mientras que las drogas ilegales brindan ganancias brutas de 500 000 millones de dólares anuales. Además de estas cifras, están los 700 000 millones de dólares invertidos en fármacos médicos y psiquiátricos. Finalmente nos enfrentamos a una crisis de proporciones inmensas donde la gente de la tierra gasta más dinero en drogas de lo que muchos países producen en términos de productos y servicios.

Sin embargo, el ingreso obtenido de manera ilegal es solo un índice del número de pérdidas debido al consumo de drogas en la actualidad. Otro factor es la relación con el delito. De acuerdo a estudios del Departamento de Justicia de Estados Unidos, la mitad de las personas arrestadas por delitos violentos dieron positivo en el test de drogas ilegales, lo que a su vez se convierte en millones de actos violentos al año y el coste de esto en términos de miseria humana es incalculable.

Es discutible que la causa tanto del consumo de drogas como de la criminalidad se encuentre en lo que se llama “la crisis moral postmoderna”. También en este ámbito los hechos son alarmantes: cerca de la mitad de los matrimonios terminan en divorcio; por otro lado, el 40 % de los jóvenes estadounidenses admite sin rubor que mentiría para obtener beneficio económico, mientras que otro 64 % confiesa haber hecho trampa en los exámenes. Este escenario se vuelve más nefasto a la luz de la indecencia del ciberespacio. Es decir: el 10 % de las páginas web se pueden considerar como pornográficas y el 40 % del comercio de software es pirata. No es sorprendente entonces, que mientras los índices de robo, malversación de fondos y todas las demás variedades de robo alcanzan proporciones epidémicas, los historiadores han llegado a ver esta época como una época de injusticias morales sin igual desde la caída de Roma.

En una época tan temprana como 1950, L. Ronald Hubbard, al percibir hacia dónde se dirigía este mundo, empezó a investigar un medio por el que, como escribió:

“El hombre puede volver a encontrar su propio camino, puede encontrarse a sí mismo en una sociedad muy confusa y mecanizada y puede recuperar para sí mismo algo de la felicidad, la sinceridad, el amor y la bondad con las que fue creado”.

Así nos llegan sus tecnologías humanitarias para recuperar la dignidad humana y por consiguiente todo lo que descubrirás en las siguientes páginas.